La Palabra de Dios es sacramental, lo cuál significa que es
sagrada y que, como tal, hace presente lo que expresa. La palabra crea lo que
expresa. Cuando decimos que la Palabra de Dios es sagrada, queremos decir que
está llena de su presencia.
La Palabra de Dios no es una palabra que debamos aplicar a
nuestra vida diaria algún día lejano; es una palabra que nos sana en y através
de nuestra escucha, aquí y ahora.
La Palabra nos eleva por encima de nuestra mediocridad y nos
hace ver que nuestra simple vida diaria es, de hecho, una vida sagrada que
desempeña un papel esencial en el cumplimiento de las promesas de Dios.
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